¡Mucho más que solo el esperma! Un nuevo papel para el varón en el embarazo

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La fertilización es la fusión de un óvulo femenino con un espermatozoide masculino, el primer paso en la creación de la vida.

A veces, emprender el trayecto del embarazo puede ser difícil. Se estima que un 15% de las parejas son diagnosticadas con subfertilidad, que es la incapacidad de concebir después de un año de relaciones sexuales regulares sin protección [1]. Esto puede ser sumamente frustrante para muchas parejas, como dijo Mason Wheeler:

“Es como si tu cuerpo te estuviera rechazando, como si el mundo te hubiera defraudado de la peor forma biológica posible”

Generalmente, la subfertilidad se asocia con gran dolor emocional, estrés, depresión y ansiedad, además, en sociedades donde el valor de las mujeres se mide por su capacidad para procrear, los problemas de subfertilidad pueden llevar al rechazo social [1].

Las razones detrás de la subfertilidad se deben, aproximadamente, en un 35% de los casos a causas femeninas y n otro 35% a causas masculinas. Por ejemplo, debido a la ausencia de ovulación, la baja calidad del óvulo, espermatozoides anormales, o un recuento reducido de espermatozoides. Sin embargo, en un 30% de las parejas subfértiles aún se desconocen las causas [1] .

El proceso de fertilización requiere que los espermatozoides viajen desde la vagina hacia arriba hasta las trompas de Falopio, donde se encontrarán con el óvulo femenino. Una vez que allí se produzca la fertilización, el cigoto (un embrión de solo 1 célula) comenzará a crecer exponencialmente al mismo tiempo que viaja hacia al útero, donde ocurre la implantación. La implantación es el proceso mediante el cual el embrión se incrusta en el endometrio que es el revestimiento del útero y donde el embrión se desarrollará durante los próximos 9 meses para desarrollar un nuevo ser humano [1].

Figura 1. El aparato reproductor femenino y la implantación del embrión.
®Helena Rodríguez-Caro.

El tratamiento por excelencia para tratar la subfertilidad es la fertilización in vitro (FIV) y su principal factor limitante es el proceso de implantación del embrión. Las tasas de implantación con éxito son aproximadamente del 50-60%, incluso usando embriones de muy buena calidad [2]. El proceso de implantación solo puede ocurrir durante una ventana de tiempo específica durante el ciclo menstrual, esta coincide con el momento en que el endometrio está receptivo. Intentos anteriores o posteriores de implantación del embrión en el ciclo tienen altas probabilidades de fallar o podrían provocar posteriormente un aborto espontáneo o enfermedades, como un efecto domino.

Para preparar el endometrio y que sea receptivo a la implantación, es necesario que ocurran una serie de eventos. Primero, las células estromales del endometrio sufren cambios funcionales y morfológicos, un proceso conocido como decidualización. Además, el sistema inmunológico tiene que modularse para evitar el rechazo del embrión. Finalmente, la comunicación entre el endometrio y el embrión es crucial para que el embarazo tenga exito. Como ejemplo de los cambios que ocurren durante este proceso, imaginemos un sitio de construcción. Para construir un edificio se necesitan varios elementos: los ladrillos, la pintura, los constructores. En este escenario, los ladrillos son los bloques de construcción que brindan soporte y estructura a las paredes, y serían el equivalente a las células del estroma endometrial. La pintura interactúa con el exterior y también protege los ladrillos subyacentes; estarían representando a las células epiteliales del endometrio. Los constructores son los encargados de asegurarse de que el edificio esté correctamente construido y que las paredes no se dañen, un trabajo equivalente al de las células inmunes. Imagínese ahora que el edificio está siendo remodelado para incluir una nueva habitación. En el embarazo, ese sería el embrión en desarrollo. En este escenario, el diseño del edificio debe cambiar. Es necesario derribar algunas paredes de ladrillo para construir la nueva habitación y estos ladrillos se reutilizarán y las paredes se volverán a pintar. Este trabajo lo harán los constructores con mucho cuidado, ya que quieren adaptar el espacio sin destruir todo el edificio. Esto es similar a lo que experimenta el endometrio de la mujer para alcanzar la receptividad. Sin embargo, si alguna de estas cosas sale mal, la implantación del embrión fallará [3].

Figura 2. Modelo sobre el rol de las SF-EVs en la receptividad endometrial de las mujeres.
®Helena Rodríguez-Caro.

Aunque esto parece muy complejo, nuevos estudios están buscando posibles soluciones para aumentar la tasa de éxito de la implantación en FIV. Se ha demostrado que la exposición al fluido seminal durante el tratamiento de FIV puede mejorar las tasas de implantación, lo que sugiere que los hombres podrían ayudar a aumentar el ratio de éxito de las implantaciones. El fluido seminal contiene grandes cantidades de vesículas secretadas por las células masculinas, conocidas como vesículas extracelulares. Son como burbujas que contienen información en su interior, un cargo, y son importantes para la comunicación de célula a célula. Estas vesículas, llamadas Vesículas Extracelulares del Fluido Seminal (SF-EVs), son importantes para garantizar que los espermatozoides funcionen correctamente. Por ejemplo, previenen la maduración prematura de los espermatozoides, lo que impediría que se produzca la posterior fusión óvulo-espermatozoide [4].

En la búsqueda de nuevas formas de mejorar la implantación del embrión durante la FIV, mi investigación de doctorado se centró en estas vesículas. Descubrí que pueden aumentar la receptividad del endometrio. Y, junto con otros estudios de la literatura, propuse un modelo que sugiere que estas vesículas pueden viajar al útero gracias a los movimientos del tracto reproductivo y a que los espermatozoides pueden transportarlas. Allí, interactúan con las células inmunes (constructores), las células epiteliales (pintura) y las células estromales (ladrillos) en el endometrio para prepararlo para la implantación del embrión.

Estos hallazgos abren la puerta a nuevas intervenciones de bajo costo, no invasivas que podrían mejorar la implantación del embrión en los tratamientos de FIV, y beneficiarían a estas mujeres que, después de someterse a reproducción asistida, aún no logran quedarse embarazadas.


Por Helena Rodríguez-Caro (@HelenaRodriCaro), investigadora post-doctoral en el Departamento de Fisiología, Anatomía y Genética en la Universidad de Oxford.

Más información:

  1. Coward K (2013).
  2. Gardner DK (2004).
  3. Cha J et al. (2012).
  4. Zervomanolakis I et al. (2007).
  5. Aalberts M et al. (2014).
  6. Rodríguez-Caro H et al. (2019).

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