El embarazo es un momento único y especial en la vida de una mujer. Elisabeth Hasselbeck lo describió como “el momento de cambio en su vida más hermoso y significativo, junto con la maternidad” y Beyoncé comentó que “la más poderosa de las creaciones es tener una vida desarrollándose dentro de ti. No hay mayor regalo”. En efecto, el embarazo es un acontecimiento milagroso – pero, lo de que mucha gente no es consciente es que también es un proceso biológicamente muy exigente. Al igual que una bailarina hace que las coreografías difíciles parezcan fáciles mientras se desliza por el escenario, el brillo del embarazo esconde los intricados cambios que sufre el cuerpo de la mujer para soportar el desarrollo del embrión y la madre.
Debido a su complejidad, el embarazo puede causar una serie de complicaciones médicas de diversa gravedad; por ejemplo, prematuridad, diabetes gestacional, o complicaciones cardiovasculares. Estas últimas son las principales causas de complicaciones durante el embarazo en los países occidentales. Aproximadamente 10-15% de los embarazos sufren trastornos hipertensivos, es decir, la madre acaba teniendo una presión sanguínea elevada (hipertensión gestacional) que puede ir asociada por secreción de proteína en la orina (también conocido como preclamsia) o peores síntomas como convulsiones (eclampsia) o insuficiencia hepática (HELLP; hemólisis, enzimas hepáticas elevadas, y recuento plaquetario bajo) [1,2,3,4,5,6]. Aunque la mortalidad maternal debido a estos trastornos hipertensivos se ha reducido significativamente, ésta sigue causando muy alta morbilidad durante el embarazo y el posparto, tanto en la madre (p.ej., insuficiencia multiorgánica y desprendimiento de la placenta) como en el feto (p.ej., retraso del crecimiento intrauterino o muerte) [2,3,4,7]. Además, estas complicaciones, al igual que otros estímulos adversos durante el embarazo, pueden programar a la madre y a su descendencia para que padezcan enfermedades no transmisibles más tarde en la vida, así como otros trastornos cardiovasculares (p.ej., hipertensión o infartos), diabetes o subfertilidad [4,8,9,10]. En clínica, actualmente el historial médico de la madre antes del embarazo y las mediciones realizadas en las visitas prenatales se utilizan para predecir e intentar prevenir estos trastornos hipertensivos del embarazo.
Pero, ¿es esta estrategia preventiva suficiente?
Nosotros creemos que, además de ciertas enfermedades previas que están asociadas con estos trastornos hipertensivos, la salud prenatal subóptima también podría predecir el riesgo a sufrir estas complicaciones durante el embarazo cuando el cuerpo materno está bajo mucho estrés. Además, creemos que la adaptación subóptima a este estrés es suficiente para agravar el sistema y programar el organismo para enfermedades no transmisibles más adelante, incluso si no hay síntomas obvios durante el embarazo. Para poder investigar el papel que juegan la adaptación y la salud subóptima prenatal en las complicaciones hipertensivas del embarazo y la programación de enfermedades no transmisibles, primero debemos entender qué es un embarazo “normal”. En otras palabras, ¿qué distintos patrones pueden presentar las mujeres durante el embarazo y cuáles conducen a trastornos hipertensivos y mala adaptación?
El embarazo es conocido por estar asociado con una variedad de cambios biológicos en la psicología y en la fisiología materna, por ejemplo:
- Cambios físicos: aumento de peso y forma corporal.
- Cambios hormonales: aumento del uso de la grasa como energía maternal gracias al aumento de la hormona del estrés, llamada cortisol, y una mayor respuesta a la insulina. De esta manera, la glucosa y los aminoácidos se conservan para aportar energía específicamente al feto [11,12].
- Cambios respiratorios: para el tercer trimestre, las necesidades energéticas de la madre aumentan a alrededor de 200kcal por día para poder satisfacer las demandas metabólicas. Además, los pulmones se adaptan para poder aumentar el consumo de oxígeno aproximadamente un 20% [11].
- Cambios cardiovasculares: el volumen de sangre circulante debe aumentar a lo largo del embarazo para poder distribuir los suministros a tanto la madre como al feto. Para conseguir esto, el corazón de la madre se adapta incrementando su rendimiento un 40% para el tercer trimestre. Estos cambios resultan en una presión arterial más baja en los dos primeros trimestres, aunque incrementa durante el tercero. Además, el incremento del volumen sanguíneo requiere que el cuerpo produzca más células sanguíneas, lo que exige niveles más altos de hierro [12].
Estos cambios son solo la punta del iceberg y quedan muchas incógnitas por descubrir. Por ejemplo, ¿cómo cambia la forma del corazón materno durante el embarazo? Además, existe la expectativa de que, en ausencia de enfermedades, todas las mujeres experimentan estos cambios durante el embarazo de manera similar y que, tras el parto, el cuerpo de estas mujeres vuelve a la fisiología previa a la concepción. Pero, ¿es esto cierto? Por ejemplo, ¿es verdad que el corazón materno vuelve a su forma inicial?
Hemos unido fuerzas etre los departamentos de salud cardiovascular y de la mujer de la Universidad de Oxford para arrojar luz sobre estas incertidumbres a través del proyecto OXWATCH (Oxfordshire Women’s and Their Children’s Health). Como parte de este proyecto, hemos seguido a 250 mujeres de entre 18 y 40 años que estaban planeando un embarazo desde la preconcepción hasta después del embarazo. Durante este seguimiento, se recopiló una gran cantidad de información vía evaluaciones genéticas, biofísicas, socioeconómicas, conductuales y psicológicas. Esta información nos ha permitido comenzar a abordar algunas de las incertidumbres comentadas anteriormente. En concreto, queremos responder a las siguientes preguntas:
¿Cómo cambia la distribución de la grasa corporal durante un embarazo “normal”? ¿Se recupera la distribución prenatal? Y entonces, ¿cómo se relaciona esto con la salud cardiovascular?
¿Cómo cambia la fisiología del corazón y de los vasos sanguíneos durante el embarazo «normal»? ¿Se recupera en relación con el estado de salud anterior?
¿Tienen las mujeres que sufren ansiedad y depresión durante el embarazo y el posparto un umbral psicológico diferente antes de la concepción?
Las enfermedades son a menudo una tríada de factores biológicos, psicológicos y ambientales. Esperamos que este proyecto comience a desentrañar los diversos patrones “normales” del embarazo (cuando no hay patologías) y que también contribuya al descubrimiento de recuperaciones subóptimas tras el embarazo que, en combinación con factores ambientales estresantes, puedan conducir a enfermedades no transmisibles más adelante en la vida.
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Por Helena Rodríguez-Caro (@HelenaRodriCaro) y Annabelle Frost. Helena es investigadora post-doctoral en el Departamento de Fisiología, Anatomía y Genética de la universidad de Oxford y Annabel es investigadora post-doctoral en el Centro de Investigación Clínica Cardiovascular (Cardiovascular Clinical Research Facility) de la universidad de Oxford.
Más información:
- Khan KS et al. (2006).
- Regitz-Zagrosek V et al. (2018).
- Recurso online: «Saving lives, improving mother’s care». Diapositivas por Knight M BK.
- Fox R et al. (2019).
- James PR et al. (2004).
- European Society of Gynecology (2011).
- Rezk M et al. (2015).
- Staff AC et al. (2016).
- Rodriguez-Caro H & Williams SA (2018).
- Arnott C et al. (2019).
- Abduljalil K et al. (2012).
- Soma-Pillay P et al. (2016).