Los microorganismos están en todas partes. Habitan el agua y también el suelo, están en el aire y se pueden encontrar en las condiciones más extremas de la Tierra. También forman parte de nuestra vida. Las últimas estimaciones han revelado que el cuerpo humano contiene aproximadamente el mismo orden de magnitud de células humanas y microbianas (alrededor de 1013). Estos microorganismos componen la microbiota humana y están fuertemente conectados a nuestros procesos corporales. La microbiota humana reside en las superficies internas y externas de nuestro cuerpo como la piel, pulmones, tracto genital, cavidad oral, etc.; pero la gran mayoría vive en nuestro tracto gastrointestinal.
La microbiota intestinal juega un papel clave en nuestra habilidad para luchar contra Clostridium difficile, un patógeno gastrointestinal que causa infecciones recurrentes que no responden a antibióticos, los cuales son parte del tratamiento habitual para este tipo de patologías. Un tratamiento alternativo es el trasplante de materia fecal que consiste en la administración de una solución de materia fecal de un donante sano en el intestino del paciente con el objetivo de cambiar la composición de la microbiota del receptor. Aunque el tratamiento es altamente efectivo, no suena demasiado apetecible recibir la “caca” de otras personas. ¿No podríamos recibir los microorganismos de otro lugar? Como, por ejemplo ¿la piel? La respuesta es no. Esto es porque las comunidades microbianas de nuestros cuerpos tienen diferentes composiciones en distintas partes. Las comunidades microbianas también varían entre individuos. La gente tiene su propia “nube” microbiana y transmite organismos al ambiente. En cierto modo nuestra microbiota es como una firma personal. De hecho, las comunidades microbianas en nuestros teléfonos móviles son más similares a la microbiota de la piel de nuestras manos que a la de cualquier otra persona. Quizás esto no es sorprendente considerando que la gente toca sus teléfonos regularmente (150 veces al día de media) pero es impactante pensar que tenemos tal conexión con nuestros teléfonos móviles que incluso compartimos nuestra microbiota con ellos.
Afortunadamente los teléfonos móviles no reciben toda nuestra atención y también compartimos tiempo (y microbiota) con nuestras parejas, familias y mascotas. Los miembros de la misma casa comparten una microbiota más similar que miembros de otras casas, incluyendo a parejas, niños e incluso perros. ¡Durante un beso íntimo de 10 segundos se transfieren 80 millones de bacterias! Con este número no es sorprendente que las parejas compartan una microbiota oral más similar que individuos no relacionados, ni que la similitud sea mayor en parejas que se besan más a menudo. ¿Quién pensó que la microbiología podía ser tan romántica, verdad?
Microbiota. Imagen diseñada por Venessa Scott y Dr. Chloe James (Universidad de Salford).
El estudio de las comunidades microbianas asociadas a nuestro cuerpo también puede revelar información en el campo de la biología evolutiva. Uno de los resultados más impresionantes en este campo es el hecho de que los Neandertales, nuestros parientes extintos homínidos más cercanos, intercambiaban saliva con nuestros ancestros, sugiriendo relaciones íntimas como besarse y compartir comida. Esto complementa la evidencia genómica que muestra que nuestros ancestros ocasionalmente se cruzaron con Neandertales y sugiere relaciones amistosas o incluso románticas. Los humanos siempre hemos querido entender quién somos y qué nos hace diferentes. Ese intento de entender nuestra individualidad y nuestra susceptibilidad a enfermedades fue un punto clave dentro del Proyecto Genoma Humano (hace más de diez años). Este proyecto no reveló tantas respuestas como se esperaba pero fue un punto de inicio. Quizás una de las cosas que faltó fue la otra mitad de las células de nuestro cuerpo, las células microbianas. Los científicos están ahora tratando de entender más sobre nosotros a través del estudio de nuestra microbiota. El Proyecto Microbioma Humano, que tiene la misión de caracterizar los microorganismos que viven en asociación con el cuerpo humano y sus implicaciones en salud y enfermedad, es, junto con otras iniciativas, un nuevo paso en la dirección de descubrir el misterio de quiénes somos.
Por Paz Aranega Bou, Investigadora Predoctoral, Escuela de Medio Ambiente y Ciencias de la Vida , Universidad de Salford. SRUK Delegación de Manchester.
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