Clara Immerwahr y la responsabilidad moral en la ciencia

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Clara Immerwahr fue la primera mujer en recibir un doctorado en química en Alemania. Una semana antes de su muerte, su marido había organizado el primer ataque con gas de cloro en la conocida como la Segunda Batalla de Ypres (Bélgica), en plena Primera Guerra Mundial, en un intento de romper el estancamiento militar a favor de Alemania. Clara Immerwahr se suicidó el 1 de mayo de 1915 en una fiesta organizada en honor de su marido. ¿Alguna vez has estudiado el proceso Haber-Bosch y la producción de fertilizantes químicos? Fritz Haber era su esposo, una figura que encarna el bien y el mal de la ciencia moderna.

Figura 1. Clara Immerwahr fue la primera mujer en recibir un doctorado en química en Alemania. Créditos de Imagen: Wikimedia.

Clara Immerwahr nació el 21 de junio de 1870 en una familia judía adinerada de clase media en las afueras de Breslau (ahora Wrocław, en Polonia). Su padre era un doctorado en química que no pudo seguir una carrera académica debido a su formación religiosa. En cambio, trabajó como agrónomo y se convirtió en un exitoso comerciante. Durante la segunda mitad del siglo XIX, Breslau fue una próspera metrópolis, convirtiéndose en un centro de ciencia, cultura y negocios. Albergaba a la tercera comunidad judía más grande de Alemania, la cual tenía una orientación académica y representaba a la «aristocracia intelectual» de la ciudad, a la que también pertenecían los Immerwahr. Clara Immerwahr era una estudiante entusiasta interesada por la ciencia, que soñaba con estudiar en la Universidad de Breslau. Aunque los Immerwahr defendían la educación para todos, tanto niños como niñas (el 40% de las alumnas de las escuelas superiores de Breslau eran judías), la ley alemana impedía que las mujeres se matricularan en cursos universitarios en ese momento. Clara asistió a una escuela de mujeres en Breslau que “proporcionaba una educación básica para mujeres jóvenes, compatible con su estatus social, para prepararlas para su ‘propósito natural’; es decir, actuar como compañeras de sus maridos, amas de casa y madres”. Para reforzar su educación, su padre contrató a un tutor privado y Clara terminó sus estudios en 1892, a la edad de 22 años.

En 1896, aprobó el examen que la calificaba para estudios de educación superior y fue finalmente admitida en la Universidad de Breslau. Aún así, sus oportunidades eran mucho más limitadas que las de sus compañeros. En ese entonces, las mujeres no eran admitidas legalmente como estudiantes universitarias; sólo podían asistir a las clases en calidad de oyentes invitadas con el permiso de profesores de la facultad. Clara obtuvo el apoyo de Richard Abegg, investigador trabajando en química física, que se convirtió posteriormente en su supervisor. Como estudiante de posgrado, Clara comenzó a explorar la solubilidad y el comportamiento electroquímico de las sales de metales pesados. Como muchas personas hoy en día, disfrutó de su investigación, pero encontró dificultades como mujer; Clara intercambió cartas frecuentes con Abegg describiendo el trato injusto de sus compañeros en un entorno dominado por hombres. En diciembre de 1900 defendió con éxito su tesis, convirtiéndose en la primera mujer que recibe un doctorado Magna Cum Laude en química en Alemania. Ese mismo día hizo un juramento “nunca de palabra ni por escrito enseñaré nada que sea contrario a mis creencias. Perseguiré la verdad y fomentaré la dignidad de la ciencia al nivel que merece”. Después de su graduación, Clara continuó trabajando con Abegg como profesora asistente y dio conferencias sobre química en organizaciones locales de mujeres. Publicó varios artículos basados ​​en los resultados de su investigación en las principales revistas químicas alemanas.

Sin embargo, después de encontrar su lugar en la academia, lo perdió más tarde por el camino que tomaría su vida personal. En la comunidad judía de Breslau conoció a Fritz Haber en una clase de baile en 1885 y él se enamoró de ella. Clara rechazó su primera oferta de matrimonio porque quería ser económicamente independiente, priorizando sus estudios e investigación. Sin embargo, poco después de defender su tesis, volvieron a ponerse en contacto, compartiendo su pasión por la ciencia. En 1901, Haber era un joven talento en ascenso en el mundo de la química física por su investigación en electroquímica y termodinámica. Invitó a Clara a asistir a una conferencia de química en Friburgo (done fue la única mujer) y le propuso matrimonio nuevamente, casándose unos meses después. Clara se mudaría a Karlsruhe, donde Haber era profesor en la Universidad Tecnológica de Karlsruhe.

Aunque nunca más volvería a realizar sus propios experimentos, su perseverancia le permitió continuar una vida académica en su nueva ciudad, asistiendo a reuniones de la Sociedad Química y dando conferencias sobre “Física y Química en el Hogar”. Siempre a la sombra de su esposo, su trabajo fue pasado por alto en los círculos universitarios dominados por hombres y la mayoría de la gente asumía que sus conferencias habían sido escritas por su esposo. No pudo conseguir un trabajo permanente y en 1902 el nacimiento de su único hijo y las abrumadoras tareas domésticas que se esperaban de ella pusieron fin a su carrera científica en química. Dos años más tarde se mudaron a Berlín, donde Haber ayudó a sentar las bases del nuevo Instituto Kaiser Wilhelm de Química Física y Electroquímica, convirtiéndose en el primer director como fundador

En 1914, con el inicio de la Primera Guerra Mundial, Haber se ofreció como voluntario para trabajar como consejero del Ministerio de Guerra en Berlín. Puso su laboratorio al servicio del gobierno alemán y dirigió una sección de química que investigaba la producción de nitrógeno para municiones y fertilizantes, comenzando a trabajar en pesticidas y gases letales como arma de guerra. Si bien los años siguientes fueron extraordinariamente productivos para Haber, Clara se fue apagando y cayó en depresión. La carrera de Haber culminó con su exitosa síntesis de amoníaco a partir del nitrógeno e hidrógeno del aire (el proceso Haber-Bosch, también conocido como el «detonador de la explosión demográfica«), revolucionando la agricultura a nivel mundial y obteniendo el Premio Nobel de Química por este logro en 1918. En contraste, Clara tuvo una vida infeliz desempeñando el papel de esposa de un profesor dedicada a llevar su casa y ocasionalmente visitando el laboratorio de su marido o revisando borradores de sus publicaciones, que Haber agradeció “a su amada esposa, la Sra. Clara Haber, Dra., en agradecimiento por su silenciosa colaboración”. En 1909, Clara admitiría a Abegg en una carta que “lo que Fritz ha ganado durante estos últimos ocho años, yo lo he perdido, y lo que queda de mí me llena de la más profunda insatisfacción”.

Figura 2: Haber es conocido como el padre de la agricultura moderna, pero también como el padre de la guerra química moderna. Créditos de imagen: Nobel Prize and IMDB.

Científico controvertido, Fritz Haber es conocido como el padre de la agricultura moderna, pero también como el padre de la guerra química moderna. Clara se opuso abiertamente a su trabajo, considerándolo una «perversión de los ideales de la ciencia» y suplicando varias veces que cesara su trabajo en la guerra química. En abril de 1915, bajo la dirección de Haber y después de semanas esperando los vientos ideales, el ejército alemán lanzó más de 168 toneladas de gas de cloro letal sobre las tropas aliadas en Ypres. Una nube enfermiza, descrita como “una nube amarilla”, fue responsable de más de 5.000 muertes por asfixia en cuestión de minutos de las 7.000 registradas ese día. Todo lo que los soldados aliados podían usar como protección sobre la boca eran sus pañuelos. Posteriormente, los innumerables ataques con gas resultaron en la muerte de al menos 100.000 soldados en ambos lados, por lo que se tuvieron que diseñar sofisticadas máscaras de gas y ropa protectora, convirtiéndose en un símbolo de la Primera Guerra Mundial. El exitoso ataque le valdría a Haber un ascenso al rango de capitán y una fiesta de celebración en su casa de Berlín la noche del 1 de mayo de 1915. Esa noche, sus desacuerdos dieron lugar a una discusión, y después de escribir una serie de cartas de despedida, Clara Immerwahr cogió el revólver militar de Haber y se quitó la vida en el jardín de su casa. Su hijo de trece años, Hermann (quien también se suicidará en 1945), fue quien encontró a Clara convaleciente. Haber, por su parte, se despertó a la mañana siguiente y tomó un tren para supervisar el próximo uso del gas de cloro en los ataques al frente oriental. La historia de Clara Immerwahr está íntimamente ligada a la responsabilidad social y moral de la ciencia. Como modelo a seguir por su coraje cívico, el “Mito de Clara Immerwahr” se ha llevado a varias obras de teatro, documentales, libros y múltiples películas, y da nombre a varios premios. A pesar de las muchas incertidumbres en torno a su muerte, sus logros científicos y su coraje convierten a Clara Immerwahr en una pionera y en una mujer extraordinaria a pesar de las difíciles circunstancias de su vida y de su tiempo.


Por Carmen Sánchez Cañizares, @carmen_agro. Investigador post-doctoral en la Universidad de Oxford, Reino Unido.

Más información:

  1. B. Friedrich and D. Hoffmann (2017).
  2. Entrada en la enciclopedia The Shalvi/Hyman Encyclopedia of Jewish Women: «Clara Immerwahr», by Jutta Dick (2021).
  3. Entrada en el blog Chemistry World: «Clara Immerwahr – out of her husband’s shadow», by Bárbara Pinho (2021).
  4. Entrada en el Mujeres Con Ciencia: «Clara Immerwahr (1870-1915): la química que plantó cara a Fritz Haber», by Uxue Razkin (2019).
  5. Entrada en el blog Distillations: «Casualty of War», by Ryan Carty (2012).
  6. Entrada en el blog Nursing Clio History: «Clara Immerwahr: Science’s Tragic and Surprisingly Modern Heroine», by Kristen Vogt Veggerberd (2020).
  7. Entrada en la página web Mission.org: «The Tragedy of Fritz Haber: The Monster Who Fed the World»,by Paul Barach (2016).